En la página 59 de su Manifiesto al servicio del personalismo, editado por Taurus en 1965, escribe Emmanuel Mounier: "Una persona es un ser espiritual constituido como tal por una forma de subsistencia y de independencia en su ser; mantiene esta subsistencia mediante su adhesión a una jerarquía de valores libremente adoptados, asimilados y vividos en un compromiso responsable y en una constante conversión; unifica así toda su actividad en la libertad y desarrollo, por añadidura, a impulsos de actos creadores, la singularidad de su vocación." Un par de páginas después agrega: "Dispersión, avaricia, he aquí los dos signos de la individualidad. La persona es señorío y elección, es generosidad. Está, pues, en su orientación íntima,polarizada justamente a la inversa del individuo". Por eso los cristianos podemos y debemos decir que no somos ni individualistas,ni machistas ni feministas. Los cristianos somos personalistas y quizás haya llegado la hora de defender nuestras posiciones con claridad.
En la página 59 de su Manifiesto al servicio del personalismo, editado por Taurus en 1965, escribe Emmanuel Mounier: "Una persona es un ser espiritual constituido como tal por una forma de subsistencia y de independencia en su ser; mantiene esta subsistencia mediante su adhesión a una jerarquía de valores libremente adoptados, asimilados y vividos en un compromiso responsable y en una constante conversión; unifica así toda su actividad en la libertad y desarrollo, por añadidura, a impulsos de actos creadores, la singularidad de su vocación." Un par de páginas después agrega: "Dispersión, avaricia, he aquí los dos signos de la individualidad. La persona es señorío y elección, es generosidad. Está, pues, en su orientación íntima,polarizada justamente a la inversa del individuo". Por eso los cristianos podemos y debemos decir que no somos ni individualistas,ni machistas ni feministas. Los cristianos somos personalistas y quizás haya llegado la hora de defender nuestras posiciones con claridad.
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