Desde que la comunidad científica aceptó definitivamente que algunos dinosaurios, como el tiranosaurio rex -representado casi siempre con piel de reptil- tenían plumas, los investigadores se han quebrado la cabeza para tratar de desvelar qué tipo de plumas tenían y de qué forma evolucionaron. Pero no sólo los grandes dinosaurios carnívoros americanos han formado parte del debate científico. En España también tenemos ejemplos de fósiles de grandes depredadores, como Pepito, el dinosaurio jorobado encontrado en Cuenca, que muestran la presencia de alguna estructura similar a las plumas.